Oculta su corazón, blanco, transparente, bajo la tierra. Emerge, desde ésta, la vanidad de la melena, verde y hueca, con seducción de adolescencia; cuando, dulce levitar de la donación, se separa de su casa, la tierra siente el dolor y un escalofrío, los pájaros, mudos y perplejos, son testigos, recorre, en silencio, el campo en su abandono.
De bonitas maneras, Florencio, nos enseñas tus trabajos.
ResponderEliminarNos paseas por el mar y nos devuelves a la tierra sin sobresaltos.
Has conseguido una buena cosecha de cebolletas. Enhorabuena. Esperaremos para ver hacia dónde nos llevas la próxima vez.
Gracias, Catalina. En realidad, como bien sabe Evaristo (gracias, gracias, a él por su pedagogía y por su amable y constante apoyo), la idea, como ocurre en ocasiones, surgió de forma casual y, ahora, pretendo que sea una temática con la que elaborar una serie. Ya veremos, por tanto, hacia dónde me conducen las cebolletas.
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