miércoles, 25 de noviembre de 2009

Laicismo Pictórico

Ahora que en todos los medios de comunicación se habla constantemente de la palabra Laicismo, me gustaría hablar del cambio que supuso esta nueva visión en en el arte y de las curiosas características de las primeras obras que la afrontaron.
Se suele pensar que el aparcamiento de la pintura religiosa sucedió durante el Renacimiento, pero no es así. Durante este período se afianzó el Humanismo que había empezado a manifestarse durante el gótico y se dio una nueva mirada atrás hacia los modelos de la antigüedad clásica, pero la importancia de la pintura religiosa y el peso del Cristianismo en el arte verdaderamente no retrocedió, pese a la introducción de nuevos temas en la pintura.
Habría que llegar la Revolución Francesa para que la fuerza de la Religión como impulsadora del hecho creativo se viera de repente relegada a un papel secundario en favor de la representación de los valores morales y virtudes civiles.

Y he aquí lo verdaderamente interesante: Al tener que empezar desde cero, puesto que Europa no había conocido la pintura laica hasta ese momento, tuvo que mirar hacia la pintura cristiana para tomar sus modelos, al igual que ésta había hecho con el arte pagano en sus inicios.
Ejemplos hay a cientos durante el Neoclásico, pero tomemos el cuadro de Prud'hon, La Justicia y la Venganza divina persiguen el Crimen como el más claro ejemplo.

Encontramos aun criminal que ha robado y asesinado a su víctima y huye, pero la alegoría de la venganza avisa a la de la justicia y ambas van a su búsqueda. Es un tema muy propio del ambiente de la Francia post-Revolucionaria y su afán por mostrar unos valores cívicos y morales fuera de la religion, pero si miramos detenidamente, para plasmarlo recurrieron continuamente a la iconografía cristiana., por ejemplo:

  • Las dos alegorías nos refieren a la representación del arcángel Gabriel expulsando a Adán y Eva del Paraíso.
  • El criminal porta una bolsa de oro, recurriendo así a Judas
  • La víctima hace una forma de cruz (invertida) al igual que se representa la muerte de San Pedro.
  • A su vez, ambos, criminal y víctima, reproducen la iconografía de Caín y Abel.

Es muy interesante lo que se descubre cuando miramos un cuadro con otros ojos. Bueno, espero que hayáis encontrado interesante la entrada.

jueves, 19 de noviembre de 2009

PARA MUESTRA, VALE UN BOTÓN

La última clase de dibujo, ha ido de "modelado". Como estamos en época de boniatos, nos hemos colocado frente a una batata. Todos debemos pasar por el "aro" de la batata. Y cuando la hayamos representado con las calidades logradas por Manolo Salmerón, podremos decir que la quinta habilidad básica: (el correcto sombreado), ha sido superada. Antes no.

Refiero, que para muestra, un botón es suficiente. En la década de los ochenta, el conocido pintor extremeño Eduardo Naranjo nos legaría y deleitaría con una serie de dibujos similares, en clave minimal y elaboración o factura hiperrealista, (que es lo suyo). Igualmente Santiago del Campo, Justo Girón, y otros tantos, redujeron sus representaciones a la mínima expresión de un solo objeto, si acaso con un sutil drapeado.

Como decimos en acuarela... "más es más, no es mejor"

viernes, 13 de noviembre de 2009

EL ACRÍLICO: VERSATILIDAD E INMEDIATEZ

Desde la introducción del acrílico en la década de los sesenta, los adeptos a esta técnica se han multiplicado exponencialmente. El acrílico tiene sus ventajas e inconvenientes, ventajas sobre todo a la hora de las correcciones, dada la velocidad de secado, el que aparece abajo es obra de Marianne, y ha salido del "tirón" en una tarde:

Una fórmula que estamos trabajando estos dias es la de fondos texturados previamente, con ello conseguimos una apariencia de relieve y tosquedad de gran plasticidad, lo que podemos evidenciar en la que sigue, obra de Cristina:


Todos estos trabajitos iniciales son de dimensiones pequeñas, la maceta de Cristina aprovecha el reverso del tablero contrachapado y los efectos "aguarrasados" del aporte acuoso con un dispersor. De forma similar pero en soporte lienzo preparado, Isabel ha realizado del natural esta sencilla composición, donde los algodones destacan sobre todo por su fuerza texturológica:

Estos fondos texturados, suponen una ventaja y un inconveniente al mismo tiempo; aportan riqueza, pero la aparente tosquedad es inevitable y no debe lucharse contra ella, sino aceptarla y sacarle partido. Restregados, arañazos, descargas violentas, son manipulaciones que permite el sustrato preparado con gesso y piedra pómez.

lunes, 2 de noviembre de 2009

LO BELLO Y LO SUBLIME

Ahora que estan saliendo los terminos clasico y romantico me parece interesante hablar de las categorias artisticas. Categorias artisticas hay tantas como autores han hablado de ellas, pero hay dos que han tenido especial importancia por las continuas nota a pie de pagina que han tenido durante nada menos que 24 siglos y está muy relacionada con el clasicismo y el romanticismo: LO BELLO Y LO SUBLIME.

Empecemos diciendo que Lo bello es inherente a la estética clásica como lo sublime a la romántica.

Lo bello se puede considerar aquello que nos produce placer estético debido a que podemos entender lo que observamos.

Sin embargo, lo sublime es la belleza desbordada, una belleza extrema, capaz de arrebatar al espectador a un éxtasis más allá de su racionalidad.

A estas dos definiciones básicas se le han ido añadiendo matices y revisiones, de las cuales la que me resultó más interesante fue la del escritor francés Bataille. Éste (si consigo ponerlo en pie) estaba muy interesado en lo que catalogaba como “erotismos”, que eran las experiencias que rompían nuestra individualidad y nos hacían salir de nosotros mismos, nuestra conciencia de individuo y nos fundian con la colectividad. Las experiencias religiosas, las hinchadas en el futbol, los conciertos de música, el sexo, los extasis ante una obra de arte... para Bataille lo sublime era un tipo de erotismo. Lo bello es nuestra individualidad y lo sublime nuestra colectividad.

Así, lo bello es una tranquila contemplación, un acto reposado (un templo griego, una iglesia románica), mientras que la experiencia de lo sublime agita y mueve el espíritu (un retablo barroco, una catedral gótica)

Lo bello y lo sublime han sido dos constantes durante todo el arte occidental. Se le han llamado de diversas maneras pero se refieren a lo mismo. En la Grecia clásica eran la Charis (pronunciado jaris) y el Pathos (pazos), que significan literalmente Gracia y Sentimiento. Para Nietzsche era lo apolíneo y lo dionosíaco. Lo apolíneo es lo ordenado, lo racional, lo mesurado. Lo dionisíaco es lo desenfrenado, lo pasional, lo desbordado, lo caótico. Esto es sólo una pequeñísima muestra de la presencia de estas dos categorías en la teoría del arte, porque la lista de tratados y atores sobre el tema no tiene fin.

Pues bien, de estas dos categorías básicas nacen otras tres sub-categorías. De lo bello deriva lo sensual y lo pintoresco y de lo sublime deriva lo patético.

Lo sensual es una contemplación que primero estimula a los sentidos antes que a la racionalidad. Tiene las mismas caracteística que lo bello en cuanto a contención, orden y mesura, pero nos atrae a un nivel sensorial, más que a un nivel racional. Por tanto, es una experiencia menos fría. Ingres y Praxiteles son representantes muy característicos de esta categoría.

Lo pintoresco es radicalización de lo Bello en tanto que es lo máximo en individualización. Es la contemplación de algo que nos llama la atención por ser especialmente individual y extraordinario. Curiosamente, pese a ser una sub-categoría de lo bello, en prodigó especialmente durante el romanticismo, con las estampas populares griegas, italianas y españolas que les llamaban tanto la atención a los centroeuropeos (y a la postre, esa individualización de las características nacionales serían el germen de los nacionalismos)

Lo patético se puede definir cuando esa observación desbordada se nos echa encima y nos devora. Es cuando lo que debía de ser subime dejamos de de controlarlo y nos absorve finalmente. Si lo pintoresco es la consecuencia última de lo bello, lo patético lo es de lo sublime. Ver una tormenta en alta mar desde la playa es una experiencia sublime, estar en una barca en medio de esa tormenta, es una experiencia patética. Las pinturas negras de Goya y los expresionistas alemanes del S XX son claros ejemplos de lo patético. Curiosamente, Patético provine de la palabra griega Pathos, que comentábamos antes que hacía referencia a lo sublime.

Y para terminar, unos ejemplitos pictóricos de todo esto, con los que será muy fácil entenderlo.


Lo Bello: Bouguereau - Penélope
Lo sublime: Friedrich - El caminante sobre el mar de nubes

Lo Pintoresco: Manet - Lola de Valencia

Lo sensual: Ingres - La gran Odalisca
Lo Patético: Goya - Saturno devorando a uno de sus hijos

domingo, 1 de noviembre de 2009

La acuarela "romántica"


Esta faceta acuarelística, de corte "romántico" es la que vengo cultivando últimamente. Se opone en sus planteamientos y ejecución de manera radical al enfoque "neoclasicista" del que hablaba Pablo en pasadas entradas. La gran Escuela Acuarelística Inglesa tengo entendido que arrancaría de estos preceptos sobre la luz, el movimiento, y la grandiosidad de la Naturaleza, especialmente de la climatología, cambiante y adversa.
La visión reciente del Pirineo Francés me ha "obligado" a detenerme en la ejecución de acuarelitas de este corte. Se trata no obstante de imagenes reelaboradas, irreales. Así de paso puedo hacer una pequeña referencia sobre el Romanticismo en su vertiente inglesa. El paisaje romántico floreció en Inglaterra, a principios del siglo XIX, de la mano de John Constable y Joseph M. William Turner. Ambos artistas, aunque de estilos netamente diferentes, trataban de plasmar los efectos de la luz y de la atmósfera. Los lienzos de Constable son poéticos y expresan la cultivada suavidad de la campiña inglesa, a pesar de su enfoque objetivo y científico, pues el pintor gustaba de pintar al aire libre haciendo numerosos estudios de las formaciones de las nubes y tomando notas de las condiciones lumínicas y climatológicas. Por otra parte, Turner buscó lo sublime de la naturaleza, pintando catastróficas tormentas de nieve o plasmando los elementos -tierra, aire, fuego y agua- de una manera borrosa, casi abstracta. Su manera de disolver las formas en la luz y en veladuras de color tendría gran importancia en el desarrollo de la pintura impresionista francesa.
No he visto ninguna pintura de Turner, solo reproducciones, deben ser una gozada; pero ya esta bien por hoy, que las entradas largas nadie se las lee.