A veces, los pintores usamos el apelativo "cocina" para referirnos a las múltiples manipulaciones generadas en un soporte sobre el cual vamos a realizar posteriormente una obra.
Para los que comienzan, esto les puede resultar "hartible" ; (también se escribe "jartible"),
pero cuando ven el resultado final... les compensa.
En nuestro caso, Juanjo ha empleado varias jornadas: preparación de los añadidos que se incorporarán a modo de collage, análisis distributivo, fijación, correcciones, compensación de masas... y esto precedido de la búsqueda de "materia prima": arpilleras, vaqueros, encajes, gasas, etc.
Una vez preparado el sustrato, viene el dibujo, en este caso trasladado mediante reticulado: ajuste de proporciones con carboncillo, abocetado inicial, nuevas modificaciones... y a pintar.
La gama cromática es limitada, con predominio de lo que llamamos familiarmente nuestros "pardos", y las descargas de blanco casi de inmediato.
Jugamos con "chorreados", aplicaciones violentas, gestuales, estarcidos... los pinceles peores son los mejores en estos casos.
Y picoteando incesantemente de una parte a otra nuestra bailarina va apareciendo, tomando solidez, independencia, pero no dejando de estar integrada. Finalmente el salpicado.
Juanjo dice que ya vale, que se da por satisfecho. Firma, foto que te crió, y al blog. (Con su aprobación por supuesto; - la próxima obra la tiene que subir él, que yo ya estoy "hartito" de hechar horas extras).
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