Esta composición tan clásica, nos obliga a pensar y repensar la ubicación de cada pieza en el pouzle total, y en poner de manifiesto los criterios de unidad, equilibrio, ritmo... y la importancia de las sombras y los espacios vacíos.
Pongo a continuación las secuencias que he seguido:
Amarillos y siena natural, como es tan común en toda acuarela.
Introducimos los colores más vivos, enriquecemos, y creamos interferencias entre las formas y los vacíos. Vamos a apoyarnos en un efecto de reflejos sobre el plano horizontal que soporta los elementos.
Trabajamos con el gris de payne casi todos los contornos, pero alternándolo con violeta y azul ftalo.
En este punto más de un acuarelista dejaría la obra por concluida, pero vamos a continuar con un tratamiento de pincelada suelta, corrigiendo y texturando al mismo tiempo. Hay que hacerlo con pinceladas casi secas, rotas, casi garabateando con la paletina, entramos en la fase de "machacamiento" si nos excedemos.
En esta penúltima sesión me he excedido en algunos oscuros, aún faltan las extracciones, y como puede apreciarse en la acuarela terminada, que aparece en primer lugar he oscurecido el lateral derecho del rincón, ya que la luz predominante procede de la derecha.
La mayor dificultad ha radicado en meter en vereda al difícil papel satinado, la inmensa mayoría de los acuarelistas le temen como a un apestado, y con razón.
Se pueden agrandar pinchando encima.
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