Si existe algo que nos conecte absolutamente como seres terrenales, es sin duda, el hecho de la maternidad (me referiré a la maternidad en primera persona, sin menoscabo al sexo opuesto).
Desde el momento en que la naturaleza nos brinda la posibilidad de esta magnífica obra creativa, no podemos por menos que sentirnos absolutamente privilegiados.
Ser madre me ha hecho entender esa conexión que me une al resto de los seres vivos de la tierra. Cuando tenía a mi bebé en brazos podía verme reflejada exactamente igual que cualquiera de los grandes simios que aparecen en los reportajes de "National Geographic": la misma mirada, la forma de cogerlo, de acunarlo, de protegerlo... en definitiva, ese instinto animal que te emerge del centro de las propias entrañas.
También es cierto, que el amor que uno siente por los hijos es totalmente distinto e incomparable con cualquier otro amor que podamos sentir por algo o alguien. Si entendemos que a los hijos se les ve como "prolongaciones de uno mismo", podemos hacernos una idea del amor que les profesamos. Los sentimos parte de nuestro cuerpo, al igual que un brazo o una pierna, y nos duelen de la misma forma.
Muchos de los dibujos de esta serie han querido evocar este sentimento que mantengo presente desde el momento en el que tuve a cada uno de los míos. En concreto, éste se titula: "eres mi alegría".
Algunos de estos comentarios están basados en la lectura del libro: "el camino del encuentro" de J. Bucay (muy recomendable)